Son aquellos que tienen la capacidad intrínseca de producir caries. La cariogenicidad de un alimento es mayor dependiendo del momento concreto en el que se consume. Entre comidas son más dañinos al quedarse entre los dientes y por la ausencia de una salivación que sí es muy abundante durante las comidas. Por sus características se clasifican en 3 clases: 1.- Por su adhesividad, son los pegajosos que se adhieren a los dientes, como las golosinas (gominolas, regalices, caramelos con azúcar, etc.), chocolates, bombones, frutas secas o escarchadas (pasas, orejones, dátiles, etc.), patatas fritas. 2.- Por su consistencia, los blandos o líquidos que tienden a ocupar toda nuestra cavidad bucal y a quedarse entre los dientes, como la bollería y pastelería industrial, pan de molde, batidos, yogures, granizados, helados azucarados, zumos de frutas concentrados o con azúcares añadidos, bebidas azucaradas y refrescos con burbujas, el exceso de azúcar o miel en el café o las infusiones. 3.- Por el tamaño de sus partículas: los de partículas pequeñas tienen una mayor probabilidad de ocupar los huecos entre los dientes, como las barritas de cereales o barritas energéticas, cereales azucarados, palomitas de maíz. Por el contrario, se recomienda el consumo diario de aquellos alimentos que menos incentivan el descenso del pH en la boca, pues limitan la generación de ácidos y la formación de caries, como el pescado, carne, vegetales, frutas y cereales. Así, si mantienes una dieta balanceada, y evitas ingerir alimentos cariogénicos sobretodo entre comidas, podrás mejorar tu salud bucal.
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